LA ESCUELA PÍA CENTROAMERICANA (17, XII, 2007)
EN DIÁLOGO CON SU REALIDAD Y SU FUTURO
P. Rodolfo Robert, Viceprovincial
17 de diciembre de 2006
A) A manera de claves de lectura global
Quiero comenzar esta relación destacando una serie de rasgos sociológicos generales que marcan (o marcarán) de distinta manera nuestra consagración y misión. Si bien es cierto que nuestras comunidades y obras se encuentran en realidades muy distintas entre sí, realidades que luego determinarán los detalles de nuestro análisis capitular, es evidente que lo peculiar del mundo de hoy no es tanto la diversidad (que siempre ha existido), como la tendencia a la homologación. Por eso me tomo la libertad de presentar algunas tendencias que percibo en la realidad social y que podrán servirnos como claves de lectura.
La globalización es un fenómeno que llegó para quedarse durante mucho tiempo. No se trata de que nos guste o no, la actual generación de niños, jóvenes y adultos jóvenes no ha conocido ya otra cosa y se encuentra expuesta a casi los mismos estímulos culturales, al mismo tiempo y en todo sitio.
Existe un creciente miedo a la realidad y su frontera con lo virtual o con lo que podemos llamar una “realidad formateada” se ha hecho muy pequeña. El manejo bipolar y fantasioso de la realidad nos facilita escapar de ella y nos puede hacer olvidar la obligación de mejorarla, de transformarla. Las técnicas de ilusionismo, simulación y consumismo se han incorporado a la educación, la religión, la política y en general, a todas las dimensiones de la vida.
Aunque los sicólogos constatan una reducción en años de la etapa típicamente infantil, así como una prolongación de la adolescencia, sociológicamente pareciera establecerse una lógica de infantilismo. Nunca como ahora, los jóvenes se resisten a ser adultos completos. La extensión de los videojuegos a edades tardías, la falta de compromisos, la sustitución de la crítica social por un conservadurismo compasivo y el manejo de signos externos, gustos y emociones, nos muestra esta realidad que no es, precisamente, la evangélica.
El revival o búsqueda de todo lo “retro” es una de las características más contradictorias de esta época, donde el horizonte de renovaciones no nos hace poner la mirada en el futuro, sino en el pasado. De alguna manera, nuestra sociedad está plagada de medios, pero vacía de fines.
La “cultura” de lo inmediato, de lo provisional y de la imagen favorece un ambiente de superficialidad colectiva que, por lo globalizado de la sociedad, tiene los mismos estímulos sobre la juventud en todos nuestros países. La urgencia por una socialización-aprobación inmediata y placentera en el grupo de iguales es hoy, más que nunca, la búsqueda de nuestros jóvenes, perjudicando el proceso formativo tradicional (asimilación de conocimientos y profundización de experiencias). Las ideologías y proyectos de vida quedan sometidos a los cambios de una intensa afectividad. El sistema vigente vive de hacernos sentir que somos únicos (egonomía) y felices llevándonos a un individualismo supremo con enormes dificultades para crear una conciencia comunitaria y solidaria. Es el ya conocido tema de la alienación.
La búsqueda individualista y casi desesperada por “ser yo”, se ha convertido en un combustible para la vida y la reflexión profunda (casi el único). La exagerada preocupación por la “novela psicológica” de la propia vida y el culto al yo, alejan a la persona de las redes comunitarias más estables, exponiéndolo a peligrosas relaciones codependientes y a la fatiga psicológica donde casi nada motiva y/o descansa de una manera más o menos completa. El empobrecimiento de la vida comunitaria es determinante en el deterioro de la salud mental. Contrario a la tesis de Sartre de que el infierno son los demás, la sociología nos demuestra que es con nuestro entorno más estable con quienes más gozo podemos encontrar.
Tradicionalmente se ha considerado la identidad como una realidad forjada, pero en los últimos años, la identidad ha pasado a identificarse como un conjunto de roles. “Soy según el rol que llevo en un momento determinado”. Las crisis de identidad, vocación y proyectos de vida son tremendas, pues las personas se convierten en una especie de muebles modulares conformados a partir de distintas piezas que pueden ser ensambladas de manera diferente cada vez. Se trata de un ser listo para la discontinuidad; muy vulnerable ante las realidades únicas, pero óptimo para las alianzas volubles y la plasticidad del corazón.
La crisis en las certezas de fe está creando vacíos importantes. No es que haya en nuestros países un proceso de secularización acentuado, pero si un relativismo muy fuerte que hace que las personas busquen su propio coctel religioso (el mercado de la oferta religiosa es casi infinito). Todo esto favorece el relativismo moral y la superstición.
Si la identidad religiosa e ideológica de las personas está en crisis, ¿qué habrá de decirse de la identidad sexual? Estamos entrando en la época de los “mil sexos”. La sexualidad llevada hacia la recreación y nuevas experiencias radicales, en una sociedad “mix” donde las diferencias de género se debilitan, está provocando una crisis de la heterosexualidad y una expansión del sexo infinito dentro de cada vez más, un solo sexo.
La circulación cada vez más veloz de la información y las imágenes, no produce necesariamente una mayor conciencia profunda de la realidad. Por el contrario, dichos estímulos veloces, sin los medios interpretativos y las claves de conocimiento, pueden llevar la realidad a categorías de ficción. Hay poca capacidad de priorización y reflexión: casi todo impacta y hasta conmociona, pero casi nada transforma y compromete. Aunque se nos dice que la vida es el objeto máximo, cada vez se nos invita a separarnos más de nuestra propia vida y a vivirla en clave de espectáculo y programa de televisión.
Constatamos que en la época de la sobre-información, hay gravísimos problemas de comunicación.
B) ¿Y las peculiaridades?
C) Por lo tantoDentro de este marco anterior de rasgos globales, quiero pasar a detallar algunas particularidades que marcan nuestra presencia en los tres países.
Veamos:Nuestra presencia es fundamentalmente internacional en todas las comunidades y obras. La gente ha ido entendiendo que la Viceprovincia engloba a religiosos de, al menos, cuatro nacionalidades y que sirve en muchos países del mundo.
Nuestra presencia se da en zonas claramente urbanas, con alguna muy minoritaria realidad de frontera rural. Esto es fundamental para predecir las tendencias y aspiraciones globales de estos niños y jóvenes, así como de sus familias ya que las “aspiraciones” de los sectores urbanos en Latinoamérica están bien tipificadas.
El número de religiosos de votos solemnes por país es el siguiente:
14 en Costa Rica,
12 en Rep. Dominicana y
9 en Nicaragua.
La distribución no depende únicamente de la misión y los dones personales; sino de las posibilidades para la convivencia, de la edad y de la salud, entre otros.
La edad promedio de los religiosos de votos solemnes de la Viceprovincia es actualmente de 54.9 años.
Los promedios por país son los siguientes:
Nicaragua, 46,9 (Managua 51) (León 41,8).
Rep. Dominicana, 56,7 (Santo Domingo 62,7) (La Romana, 50,7).
Costa Rica, 60,6 (San José, 65,1) (CVC, 52,4).
Este promedio no debe ocultar la gran polarización de edades que tenemos (18 de 60 años hacia arriba y 10 de 40 hacia abajo).
Las diferencias de edad y nacionalidad no deberían ser un problema infranqueable en la vida religiosa, pero exigen una gran dosis de respeto, sensibilidad y caridad en las relaciones humanas. Los problemas de salud y la realidad relacional en comunidades pequeñas, con dificultades para la distribución equilibrada de la carga de trabajo y el manejo de necesidades personales supone, en cambio, un enorme desafío.
La realidad de comunidades relativamente pequeñas y con fragilidad de salud, nos lleva a plantear muy sopesadamente las cargas de la misión. Mi parecer es que la creatividad misionera no deberá apoyarse sobre una mayor fragmentación de las comunidades, sino desde un proyecto común de la misma comunidad.
La dinámica interior de nuestras comunidades presenta carencias que, dentro de nuestra frágil realidad humana, pueden ser obstáculo para la vida fraterna. Se constata poca creatividad y fuerza renovadora en nuestra oración común; escasísimo intercambio de vivencias personales y espirituales entre nosotros, poca fluidez en la comunicación; espacios recreativos comunes prácticamente nulos y momentos de quiete enfocados en la televisión.
Hay diferencias muy significativas en el sustrato social de las familias que atendemos. Aunque carecemos de estudios comparativos recientes, resulta evidente que los niños del Centro Cultural Calasanz en León y de los entornos parroquiales de La Romana, representan los sectores más desprotegidos a nivel básico; pero la marginalidad de los muchachos del Hogar y de muchísimos estudiantes de nuestros colegios en León, La Romana y el Vespertino de Managua (dejando por fuera casos particulares en otros sitios) comprometen de manera tajante su posibilidad de una vida digna. A este nivel, destaco la durísima situación que las familias padecen en lugares que buscamos servir como en Mateare, Los Castro y La Puya.
La realidad de las “nuevas pobrezas” (que no es eufemismo alguno), es casi una trágica transversal en todos nuestros lugares de misión. La desestructuración y violencia familiar; las crisis económicas, la depresión y las adicciones, por citar algunas, marcan diariamente la vida de muchas familias que atendemos. Si a esto agregamos la fragilidad creciente en la identidad de los muchachos y la inestabilidad en las posibilidades de futuro, descubrimos que nuestro servicio en todas las obras está plenamente justificado.
Las diferencias a nivel religioso son muy notorias en todas nuestras obras. Desde la mayor estabilidad en Santo domingo, hasta la variedad infinita de La Romana, nuestras obras sirven en ambientes donde el catolicismo homogéneo y tradicional está en crisis evidente. El cómo responder desde nuestra clara identidad es un asunto que exige audacia, creatividad y procesos explícitos de evangelización.
La gradualidad desde los más pequeños hasta el Bachillerato es otra característica de nuestros colegios, dándonos la oportunidad de diseñar y acompañar auténticos procesos de vida, educación y fe. En este sentido, la constitución del Bachillerato en la Romana permite completar este objetivo y nos llena a todos de alegría.
La pastoral con Eje Educativo fundamental desde los más pequeños, encuentra en la Oración Continua una fuerza escolapia privilegiada; una que debe cuidarse en los procesos evangelizadores con los adolescentes, animando la constitución de grupos juveniles y pequeñas comunidades juveniles.
Nuestra Demarcación no es potente a nivel económico, por lo que es un gozo la inversión que, con el esfuerzo de todos, se realiza a favor de los más débiles y pobres. Sin embargo, la búsqueda de recursos, la austeridad de vida y la corresponsabilidad económica a nivel demarcacional serán fundamentales para sostener nuestros servicios en el futuro inmediato.
Sabemos que la Educación Formal (en su sentido más clásico) tiene limitantes obvios para acceder a los últimos de la sociedad. La búsqueda de estructuras educativas “más ligeras” y flexibles nos ha llevado a profundizar en distintas experiencias de bibliotecas, ludotecas, guarderías, y en la noción global de Centros Culturales como espacios de educación, evangelización y participación. Es un reto para nuestra creatividad que encuentra en el Centro Cultural de León y en la Red No Formal de La Romana los pasos más claros. Sin embargo, dentro de la educación formal tenemos un centro único por su flexibilidad y diseño para adolescentes que es el Colegio Calasanz Nocturno en San José, sostenido por el esfuerzo voluntario de muchas personas.
La formación técnica para el trabajo, tiene actualmente dos modelos en la Viceprovincia. El modelo de bachillerato técnico tal y como se desarrolla en La Romana y el modelo de talleres de la Ciudad Hogar Calasanz. Si el primero resulta claramente mucho más sostenible, el segundo permite recoger a una población cuya formación básica y sus posibilidades de inserción al mundo del trabajo alcanza los mínimos. Los dos suponen una mayor reflexión por nuestra parte.
Ha crecido el sentido de comunión y pertenencia con la Escuela Pía. Hay cercanía y comunión de vida y proyectos con la Provincia de Valencia, aspecto donde ha sido indispensable la generosa disposición del Provincial, P. Enrique Signes, y disponibilidad para distintos servicios de la Orden.
Todas nuestras comunidades tienen una importante proyección de servicio a la Iglesia Local. Nuestros religiosos son bien valorados y se nos reconoce como cualificados, sencillos, tolerantes y trabajadores. Pero de cara a nuestra misión específica es necesario seguir cuidando y potenciando los servicios litúrgicos y evangelizadores que se realizan en nuestras propias capillas.
Los itinerarios de calidad educativa y evangelizadora de nuestras obras no pueden compararse fácilmente. Pienso que ni siquiera deben compararse. La peculiaridad de la población que atendemos, así como los rasgos y habilidades de cada religioso hacen imposible animar a un mismo ritmo todos los procesos. Lo que si es fundamental es la priorización realista de los procesos humanos, educativos y pastorales. La Viceprovincia cuenta con suficientes criterios al respecto. En este sentido, los planes de desarrollo institucional y de infraestructura deben responder a los procesos humanos y nunca llevarse a cabo al margen de ellos. También constatamos que en este desarrollo de procesos educativos y pastorales, no siempre aprovechamos las posibilidades y servicios de suplencia de nuestros mismos hermanos.
La realidad de tres naciones con distinto calendario es una que dificulta los encuentros colectivos, pero que favorece las visitas. La diversidad de legislación, la distancia geográfica, y los requisitos migratorios, suponen en cambio, dificultad para la comunicación y planificación, así como un encarecimiento de costos.
Nos movemos en un clima de reestructuración y sectorización en la Orden. El objetivo es unir fuerzas y proyectos para revitalizarnos. No dudo que estamos a las puertas de una mayor colaboración interdemarcacional, donde nuestra Viceprovincia tiene una gran capacidad y experiencia. Los ajustes jurídicos e institucionales para estimular este proceso están casi listos para ponerse al servicio de la solidaridad intraescolapia.
Frente a la priorización que el Capítulo Viceprovincial anterior dio a nuestra presencia en León y La Romana, se respondió con creatividad y realismo apoyando estrechamente la labor y proyectos de ambas comunidades. Los resultados son altamente satisfactorios.
No hay en los grandes desafíos sociológicos, nada que esté demasiado lejos de lo que resume nuestra consagración y misión. Los desafíos de la realidad son una auténtica oportunidad para la Escuela Pía en Centroamérica y Rep. Dominicana. Vivimos un tiempo de gracia para ser escolapios, para servir como escolapios.
Nuestra realidad vital que, en principio no es la óptima en número y distribución de edad (¿existe alguna realidad óptima?), supone una gran riqueza de experiencia y unas enormes posibilidades de futuro con los recursos humanos que tenemos. Es tiempo, sin embargo, para los proyectos comunes, inteligentes y estratégicos según las prioridades de la Orden; para volcarnos a lo que sabemos y queremos hacer: educar y evangelizar a niños y jóvenes, especialmente los más pobres.
Debemos cuidar la propia vida y consagración, estando amorosamente atentos los unos a los otros, sin falsas autonomías, ni infantiles dependencias. Pienso que nos jugamos casi toda nuestra vocación y misión en la vida fraterna en comunidad; en estos espacios comunes para orar, compartir lo que somos y soñar juntos. ¡Aquí está el gran reto!
El trabajo y la suplencia generosa deben estar al servicio de los hermanos y de la misión, respondiendo a las expectativas lógicas de salud y vitalidad, con sentido cristiano de desprendimiento y sencillez. En este sentido, ninguna especialización debe ser excusa para no poner “toda la carne en el asador”. Esto tiene una gran fuerza ilusionante y tranquilizante para todos.
Continúan los retos por cuidar la identidad y sentido de pertenencia con la Iglesia Local y, sobre todo con el conjunto de la Escuela Pía (particularmente con la Provincia, las Demarcaciones cercanas y el gobierno central de la Orden)
Los desafíos formativos (a nivel de formación inicial y permanente) para responder a la realidad (particularmente a la de los niños y jóvenes), desde nuestro carisma (educando y evangelizando) deberán ser respondidos con prontitud, si no queremos perder significatividad misionera.
P. Rodolfo Robert Esquivel, Sch.P.
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