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Tuesday, December 30, 2008

P. Jesús Fernández Álvarez de la Madre de Dios

P. Juan Jaime Escobar, escolapio.
P. provincial Colombia
30 de noviembre de 2008

Arija (España) (7 de abril de 1930) - Bogotá (Colombia) (30 de noviembre de 2008)

En la ciudad de Bogotá, a las 5:00 a.m. del domingo 30 de noviembre de 2008, ha fallecido el P. JESÚS FERNÁNDEZ ÁLVAREZ de la Madre de Dios, a sus 78 años de vida, 62 de vida religiosa y 56 de sacerdocio escolapio.

En el día de ayer se había sentido mal, con pocas fuerzas y con mareo. Se le trasladó a la Clínica "Reina Sofía" donde fue evaluado por los médicos, quienes lo encontraron con la presión arterial muy alta; pero no constataron nada anómalo en el electrocardiograma que se le practicó. Le dieron algunas medicinas y le permitieron volver a casa. Sin embargo, en la madrugada de hoy domingo, se sintió nuevamente mal y pidió volver a la clínica. Comenzó a vestirse por sí mismo, pues aparentemente se sentía un poco mejor y con más fuerzas; pero cuando el Superior llegó a recogerlo para trasladarlo al hospital, lo encontró desplomado en el suelo y con muy pocos signos vitales. Fue llevado inmediatamente a la "Clínica Nueva" donde murió unos minutos después.

El P. Jesús Fernández ha muerto en el silencio, la humildad y la santidad que siempre tuvo y que quiso para todos. Ha sido hasta el último momento de la vida alguien absolutamente fiel a los compromios propios de una vida cristiana intensa y de una vida religiosa profunda. Actualmente colaboraba activamente con la formación de los novicios a quienes les daba clases de latín, vida religiosa y espiritualidad. Era miembro de la Congregación Provincial donde aportaba su sensatez y prudencia en el gobierno de la demarcación. Estaba preparando un viaje a Argentina para dirigir durante la próxima navidad, los retiros de los Padres Escolapios y de las Madres Escolapias.

Fue el primer Viceprovincial elegido en Capítulo por sus hermanos en diciembre de 1987. Ratificado nuevamente, le correspondió después ser el primer Provincial de Colombia-Ecuador, cuando fue erigida esta Provincia el 9 de julio de 1994. En los años siguientes prestó grandes servicios a la demarcación cono Maestro de Novicios y como Asistente Provincial en varias oportunidades. Había llegado a Colombia a comienzos de los años 60 y muy pronto, debido a su madurez religiosa y su profundidad espiritual, fue destinado a la casa de formación. Trasladado luego a Medellín, donde por varios años fue Superior Local, trabajó como maestro de Español y Religión en el Colegio Calasanz. Desde aquellos años y hasta el presente, fue muy estimado por su sabiduría espiritual y especialmente por su profundo conocimiento de San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús y, en general, de la espiritualidad carmelitana. Por ello fue confesor destacado, consejero de muchas religiosas y solicitadísimo predicador de retiros.

En la mañana del primer domingo de Adviento, escuchando obedientemente la voz de Cristo que nos pide estar atentos y vigilantes, ha hecho la andadura por tanto tiempo preparada e interiormente anhelada. Por esta vez, no ha dicho él "ven, Señor Jesús", sino que ha sido el Amado, quien lo ha llamado por su nombre y lo ha llevado consigo: "ven, Jesús". Y él ha ido, porque sabía "cuán triste es Dios mío la vida sin ti, ansioso de verte, deseo morir..."

Hace sesenta años comenzó la historia de la Escuela Pía en Colombia. Habíamos escuchado a nuestros mayores hablar de los dos escolapios que habían dejado su vida en nuestro suelo, el P. Miguel López quien murió de un ataque cardíaco en los primeros tiempos del Colegio de Cúcuta, y el P. Teodoro García que murió en un accidente automovilístico en Bogotá a finales de los 60. Muchos de los religiosos que pasaron por Colombia y que aquí se entregaron generosamente, murieron en los años siguientes, pero, coincidencialmente, a todos les halló la muerte en España. Ahora, sesenta años después, en el cierre de este año de celebraciones, Colombia presenta al Padre a su mejor Hijo, al más santo, al más preparado para ir al cielo y lo entrega con el dolor de perder su presencia, su palabra, su ejemplo y su consejo; pero con la alegría de ganar su valiosa intercesión. Sabemos que por nuestros alumnos y alumnas, por las horas trágicas de nuestro pueblo y por el futuro de la Escuela Pía en estas tierras, el P. Jesús Fernández, como lo hizo en esta vida que es sombra y pasa, dedicará la vida nueva que ahora ha encontrado, a orar por todos nosotros.

Al Dios y Padre de toda misericordia, gracias por su hijo Jesús de la Madre de Dios, a quien nos dio por tantos años como hermano entrañable.
Al amparo y protección de la Santísima Virgen María lo confiamos.
Nuestro Santo Padre rodeado de niños lo recibe como a hijo fidelísimo.
Y nosotros nos esforzaremos para encontrarnos con él, en el tiempo querido por Dios, en el cielo.
¡Paz!


DE LA CRÓNICA DEL 13 DE OCTUBRE DE 1968

Por fin tenemos a nuestro Rector con nosotros. Procedente de Roma y España ha llegado esta mañana el P. Jesús Fernández, que desde hace un año está nombrado rector de esta casa. Nos consta que en Roma ha realizado una estupenda labor en las comisiones capitulares, preparando el “aggiornamento” de nuestra Orden de los normas conciliares. Bienvenido, P. Jesús, a esta su casa que lo esperaba con anhelo.


DE LA CRÓNICA DEL 15 DE OCTUBRE DE 1968

Festividad de Santa Teresa de Jesús, día muy apropiado para la toma de posesión de nuestro Padre Rector. Él ha presidido una concelebración en la que le hemos acompañado otros cinco de la comunidad. En su breve plática ha glosado la idea de comprensión y colaboración de todos para la buena marcha de la casa. Terminada la Misa hemos leído los dos patentes de nombramiento de Rector y maestro de Novicios. A continuación ha leído la Profesión de fe y ha tomado posesión de su cargo.

DE LA CRÓNICA DEL 30 DE NOVIEMBRE DE 2008 DE LA CASA DE FORMACIÓN DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN: SEMINARIO CALASANZ

En la madrugada del 30 de noviembre del 2008, en el primer Domingo de Adviento, el R.P. Jesús Fernández falleció en la casa de formación de la Inmaculada Concepción, Seminario Calasanz.

En la noche del 29 de noviembre el P. Jesús, le comunicó al P. Juan Carlos, que sentía un dolor fuerte en el pecho y mareo. El P. Juan Carlos tomó la decisión de llevarlo inmediatamente a la Clínica Santa Sofía donde fue atendido y se le realizó un electrocardiograma y se le tomó la presión arterial. En el electrocardiograma no salió nada extraño, pero la presión sí la tenía alta; el médico que lo atendió, y el cardiólogo, decidieron darle una pastilla para la presión y devolverlo para la casa. Hacia las 12 a.m. el P. Jesús, P. Juan Carlos y Pedro, llegaron a casa; al irse el P. Juan Carlos le dijo al P. Jesús que le llamara si llegase a sentir mal durante la noche.

Hacia las 3:55 a.m., el P. Jesús llamó al P. Juan Carlos diciéndole que sentía dolor, el P. Jesús fue a la habitación del P. Juan Carlos donde le tomó la presión en la que apareció que la tenía alta; el P. Juan Carlos le dijo que lo llevarían a la Clínica para que lo revisaran y también llamó al P. Jesús Vásquez para que los acompañara; en ese momento el P. Jesús fue a su habitación, diciéndole antes al P. Juan Carlos que se ya se sentía bien y que caminar le hacía bien; pero así y todo el P. Juan Carlos le dijo que sería llevado a la clínica. El P. Jesús fue a arreglarse para ser llevado a la clínica, allí llegó el P. Jesús Vásquez y el P. Juan Carlos quienes le preguntaron cómo se sentí diciéndole que sentía dolor y la cabeza embotada, siendo esto la causa para ser llevado con mayor urgencia a la clínica. El P. Juan Carlos fue a su habitación para terminar de arreglar, el P. Jesús Vásquez fue a organizar el carro, y el P. Jesús Fernández se terminó de organizar.

Hacia las 4:20 a.m. el P. Jesús Fernández salió de su habitación, después de dar algunos pasos fuera de ella, cayó dando algunos quejidos, el P. Juan Carlos salió corriendo para mirar qué había pasado, salió corriendo, y en unos pocos momentos allí llegaron el P. Jesús Vásquez, el P. Sergio, Tailo, Sergio, Jair, Pedro y Daniel, quienes lo empezaron a levantar para ser llevado a la camioneta. Durante todo este tiempo, el P. Jesús fue perdiendo paulatinamente los signos vitales. Inmediatamente fue montado en el carro, el P. Jesús Vásquez le hizo reanimación cardiaca, pero al llegar a la Clínica Nueva, el P. Jesús Fernández había fallecido.

A las 2:00 p.m. el P. Jesús Fernández fue velado en la Funeraria Los Olivos donde asistieron religiosas, religiosos, aquellos que lo conocieron y lo recuerdan, profesores de los colegios de Bogotá, y los PP. Escolapios. A las 6 de la tarde, unidos en una sola voz, se tuvo la oración de las vísperas.

A las 9 a.m. del 1 de diciembre el féretro fue trasladado al Colegio Calasanz de Bogotá donde se realizaron las exequias del R.P. Jesús Fernández; fue presidida por el M.R.P. Juan Jaime Escobar, provincial de la Provincia de Colombia, y concelebrada por diferentes Padres Escolapios de la Provincia de Colombia.

Después fue llevado al Parque-Cementerio el Paraíso, donde fue sepultado.

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Wednesday, December 10, 2008

LA BULA SUBLIMIS DEUS DE PABLO III (2 de junio de 1537)

Introducción

Un jalón importante en la lucha por la justicia en la conquista y evangelización de América es el documento del papa Pablo III cuya traducción damos a continuación. El mismo es conocido con varios nombres: ‘Sublimis Deus’, ‘Unigenitus’ y ‘Veritas ipsa’, pero en realidad se trata siempre del mismo documento.(1)

Con la bula Sublimis Deus, el papa no pretende definir -como erróneamente opinan algunos autores- la racionalidad del indígena, sino que suponiendo dicha racionalidad en cuanto que los indios son hombres, el papa declara que los mismos tienen derecho a su libertad, a disponer de sus posesiones y a la vez tienen el derecho a abrazar la fe, que debe serles predicada con métodos pacíficos, evitando todo tipo de crueldad.

Promotores de este documento fueron, sobre todo, dos frailes dominicos: fray Bernardino de Minaya y fray Julián Garcés, obispo de Tlaxcala. Fray Bernardino de Minaya, protegido por la emperatriz Isabel de Portugal y sin que lo supiera el emperador Carlos V viajó a Roma para informar al Papa sobre el mal tratamiento al que eran sometidos los indios; a su testimonio se sumó una carta del obispo Julián Garcés en la que se explicaban al pontífice los mismos problemas y que movieron al Papa a promulgar este documento junto con los breves Altitudo divini consilii y Pastorale officium en los que se abordaban problemas conexos con la Sublimis Deus.(2)


Texto de la Bula

A todos los fieles cristianos que lean estas letras, salud y bendición apostólica. [El Dios sublime amó tanto la raza humana, que creó al hombre de tal manera que pudiera participar, no solamente del bien de que gozan otras criaturas, sino que lo dotó de la capacidad de alcanzar al Dios Supremo, invisible e inaccesible, y mirarlo cara a cara; y por cuanto el hombre, de acuerdo con el testimonio de las Sagradas Escrituras, fue creado para gozar de la felicidad de la vida eterna, que nadie puede conseguir sino por medio de la fe en Nuestro Señor Jesucristo, es necesario que posea la naturaleza y las capacidades para recibir esa fe; por lo cual, quienquiera que esté así dotado, debe ser capaz de recibir la misma fe: No es creíble que exista alguien que poseyendo el suficiente entendimiento para desear la fe, esté despojado de la más necesaria facultad de obtenerla de aquí que Jesucristo] (3) que es la Verdad misma, que no puede engañarse ni engañar, cuando envió a los predicadores de la fe a [cumplir] con el oficio de la predicación dijo: "Id y enseñad a todas las gentes", a todas dijo, sin excepción, puesto que todas son capaces de ser instruidas en la fe; lo cual viéndolo y envidiándolo el enemigo del género humano que siempre se opone a las buenas obras para que perezcan, inventó un método hasta ahora inaudito para impedir que la Palabra de Dios fuera predicada a las gentes a fin de que se salven y excitó a algunos de sus satélites, que deseando saciar su codicia, se atreven a afirmar que los Indios occidentales y meridionales y otras gentes que en estos tiempos han llegado a nuestro conocimientos -con el pretexto de que ignoran la fe católica- deben ser dirigidos a nuestra obediencia como si fueran animales y los reducen a servidumbre urgiéndolos con tantas aflicciones como las que usan con las bestias.

Nos pues, que aunque indignos hacemos en la tierra las veces de Nuestro Señor, y que con todo el esfuerzo procuramos llevar a su redil las ovejas de su grey que nos han sido encomendadas y que están fuera de su rebaño, prestando atención a los mismos indios que como verdaderos hombres que son, no sólo son capaces de recibir la fe cristiana, sino que según se nos ha informado corren con prontitud hacia la misma; y queriendo proveer sobre esto con remedios oportunos, haciendo uso de la Autoridad apostólica, determinamos y declaramos por las presentes letras que dichos Indios, y todas las gentes que en el futuro llegasen al conocimiento de los cristianos, aunque vivan fuera de la fe cristiana, pueden usar, poseer y gozar libre y lícitamente de su libertad y del dominio de sus propiedades, que no deben ser reducidos a servidumbre y que todo lo que se hubiese hecho de otro modo es nulo y sin valor, [asimismo declaramos] que dichos indios y demás gentes deben ser invitados a abrazar la fe de Cristo a través de la predicación de la Palabra de Dios y con el ejemplo de una vida buena, no obstando nada en contrario.

Dado en Roma en el año 1537, el cuarto día de las nonas de junio [2 de junio], en el tercer año de nuestro pontificado.

Notas

1. Para la presente traducción nos hemos servido del texto de la bula Sublimis Deus que nos ofrece la obra America Pontificia primi saeculi evangelizationis, 1493-1592, ed. Joseph Metzler, I, Vaticano 1991, 364-366.

2. Eduardo Cárdenas Guerrero, Historia de la primera forma de evangelización en América Latina (ss. XV y XVI). Apuntes del curso dictado en la Pontificia Universidad Gregoriana, Roma 1991, 36-38.

3. El texto antecedente que transcribimos entre corchetes, falta en algunas copias de la bula, y no se encuentra en la edición de la America Pontificia primi saeculi evangelizationis; para la presente transcripción hemos completado el texto tomándolo de la traducción que nos da Lewis Hanke, La lucha por la justicia en la conquista de América, Madrid 1988, 111-112.

© Fernando Gil - Ricardo Corleto, 1998-2003
© Pontificia Universidad Católica Argentina, 2003
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